La aceleración de la inflación aumenta la diferencias entre el sector formal e informal

Los salarios de la economía crecieron 11,7% en septiembre, acumulando en el año un avance del 96,5%. De esta manera, quedaron algo por debajo de la inflación acumulada al noveno mes del año (103,2%), alcanzando una pérdida promedio del poder adquisitivo de casi 2% i.a. en lo que va del año.

Esta dinámica, no obstante, esconde bastante el hecho de que los trabajadores informales son lo que peor lo están pasando: registran una caída promedio del salario real del 14% i.a. en el acumulado anual. Este sector, asociado justamente a trabajadores y familias de menores ingresos, es sin dudas el principal perjudicado de la aceleración inflacionaria.

La plena vigencia de las paritarias fue el factor que evitó que el avance de los precios cause el mismo impacto en el sector formal. Los acuerdos ya se caracterizan por tener una vigencia como mucho trimestral, así como constantes reaperturas, y es moneda corriente observar incrementos -aunque no necesariamente de la magnitud de la inflación- casi todos los meses. Esto permite que, a diferencia de los trabajadores informales, los registrados tengan una, aunque leve, recomposición del 0,6% i.a. del salario real en el promedio del año.

Lógicamente, también existen heterogeneidades dentro de este grupo: el siguiente gráfico muestra algunas de las negociaciones que seguimos con el fin de reflejar estas disparidades. Por ejemplo, se observa que desde 2022 los gastronómicos han recompuesto su poder adquisitivo tras el impacto de la pandemia, a la vez que se observan buenos números en ramas asociadas al sector textil, químicos y aceiteros. Por su parte, mecánicos y metalúrgicos, gremios relevantes que marcan la pauta de las paritarias, parecen haber mejorado en el cierre de este año.

Dentro de los sectores más rezagados, los más importantes son los de la construcción, alimentación, camioneros (con una leve mejora en el segundo semestre de este año); sin embargo, cualquiera de estos grupos ha tenido una mejor performance que los trabajadores informales: la persistencia inflacionaria que tiene lugar cuando los salarios siguen de cerca la inflación deja de lado a los trabajadores de menores ingresos y/o con empleos de peor calidad, resultando en un proceso muy regresivo.

Para agregar algo más de incertidumbre al panorama de los ingresos, podemos echar un vistazo a aquellos vinculados a la seguridad social, atados a la fórmula de movilidad. En este sentido, se supo que el último incremento del año -correspondiente a diciembre- será de 20,87%, acumulando durante 2023 una suba de “apenas” 111%. Tomando el promedio del año, esto implica que cualquier jubilación, asignación o beneficio que se calcule por esta fórmula perderá casi 20% este año. En el gráfico de arriba se observa que su perfomance es comparable a la de los trabajadores informales.

Por esto mismo cobra relevancia el rol de los bonos que perciben algunos grupos de beneficiarios. Por caso, considerando los $55 mil que recibirán en diciembre los jubilados que perciben la mínima, su ingreso promedio quedará casi 5% por encima de la inflación. En este sentido, vale decir que para mantenerse esta mejora, el monto de estos bonos viene siendo cada vez un porcentaje mayor del haber mínimo.

Un dilema para el Gobierno entrante: si la inflación tiene una tendencia creciente, tal como consideramos que ocurrirá en los próximos meses, la fórmula de movilidad actual daña el poder adquisitivo. Si en cambio está desacelerando, este mecanismo condicionará la expectativa de un sendero fiscal más austero, ya que más de la mitad del gasto está atado a una inflación pasada que -en este escenario- será mayor. Todo esto arroja interrogantes acerca de la vigencia de la fórmula de movilidad el año próximo tal como está planteada, profundizando la dependencia de algunos sectores del otorgamiento de bonos para apuntalar, al menos parcialmente, el poder adquisitivo.

Estas diferencias son otro aspecto más dentro de la distorsión de precios relativos como consecuencia de una inflación que orillará 200% este año. Si bien la relevancia de los salarios para señalizar los sectores que pagan mejor ha perdido relevancia en nuestro país hace tiempo -quizás con la excepción de las industrias asociadas a la tecnología-, esta tendencia complicará cualquier intento de estabilización que quiera encarar la administración entrante.

Dado que esperamos que este fenómeno se profundice en el corto plazo, las demandas por recomposiciones salariales estarán al pie del cañón, pero algunas no podrán atenderse en un contexto en que se busque coordinar las expectativas, o bien complicarán el éxito de la propia coordinación entre los distintos sectores. Esto deja en claro la necesidad de apoyos -incluso por fuera del Congreso- que precisará el próximo gobierno para llevar a cabo un proceso que, incluso siendo ordenado, implicará sectores ganadores y otros perdedores.