Cuentas en rojo: creció el déficit primario en 2023

El Sector Público Nacional No Financiero (SPNF) mostró un incremento en el déficit primario durante diciembre. Puntualmente, las cuentas públicas alcanzaron un déficit primario de casi $2 billones en el mes, mostrando así un déficit primario de 1% del PIB en tan sólo un mes. El desplome en casi todos los ingresos tributarios y la expansión en ciertas partidas discrecionales del gasto más que compensaron la mayor recaudación vía Impuesto PAIS y el ajuste en las Prestaciones Sociales y el Gasto de Capital.

La caída de los ingresos superó el ajuste sobre el gasto y elevó el déficit primario al 2,9% del PIB para 2023 al excluir ingresos extraordinarios (asociados a las licitaciones del 5G), mostrando así un incremento de 0,5 p.p. del PIB contra el desbalance de 2022 (2,4% del PIB) y superando ampliamente la meta fiscal acordada originalmente con el FMI para dicho año (1,9% del PIB). Por su parte, con unos intereses que superaron el 3,2% del PIB, el déficit financiero alcanzó el 6,1% del PIB en 2023, casi 2 p.p. por encima de lo evidenciado en 2022.

Con vistas a 2024, la historia será diferente. En la hoja de ruta que delinearon las nuevas autoridades el ancla fiscal será el eje principal del programa económico. El camino estaría marcado por un incremento en los ingresos vía una mayor recaudación transitoria (poco más de 2 % del PIB) y un recorte en el Gasto en torno al 3% del PIB. No obstante, buena parte de la estrategia fiscal depende de las discusiones que actualmente se están dando en el Congreso de la Nación.

¿Cómo le fue al fisco en diciembre?

El Sector Público Nacional No Financiero mostró un incremento en el déficit primario durante diciembre producto del desplome de los ingresos y la expansión de ciertas partidas. Puntualmente, las cuentas públicas alcanzaron un déficit primario de casi $2 billones en el mes (suba real del 27% i.a.), mostrando así un déficit primario de 1% del PIB en tan sólo un mes.

A su vez, el pago de intereses mostró la exorbitante cifra de $3,34 billones (1,75% del PIB), elevando así el déficit financiero al 6,1% del PIB para 2023. No obstante, tres cuartos del pago de intereses en diciembre se explicarían por la recompra de deuda del Tesoro al BCRA, donde las diferencias en las cotizaciones de los títulos públicos indexados con su valor nominal original afectan el resultado financiero.

¿Qué explicó el incremento del rojo primario? El desplome en casi todos los ingresos tributarios y la expansión en ciertas partidas discrecionales del gasto más que compensaron la mayor recaudación vía Impuesto PAIS y el ajuste en las Prestaciones Sociales y el Gasto de Capital. En números, mientras los Ingresos (excluyendo extraordinarios) mostraron una caída real del 17% i.a., el Gasto Primario evidenció un ajuste real de apenas el 6% real i.a. pese a la marcada aceleración inflacionaria generada por el salto discreto en el tipo de cambio.

Ahora bien, la dinámica al interior del Gasto Primario fue nuevamente heterogénea. Por un lado, las Prestaciones Sociales y el Gasto de Capital mostraron caídas reales en torno al 23% y el 40% i.a. respectivamente. Por su parte, el resto de las líneas del Gasto Primario Corriente evidenciaron un marcado incremento del 34% i.a. en términos reales, lo cual podría explicarse tanto por una cancelación de deuda flotante acumulada previamente ($3.055.377 millones al 9 /12 según fuentes oficiales) como por un adelanto en los pagos para favorecer la dinámica fiscal en 2024.

¿Qué pasó con las cuentas públicas en 2023?

El desplome de los ingresos superó el ajuste sobre el gasto y elevó el déficit primario al 2,9% del PIB para 2023 al excluir ingresos extraordinarios (asociados a las licitaciones del 5G), mostrando así un incremento de 0,5 p.p. del PIB contra el desbalance de 2022 (2,4% del PIB) y superando ampliamente la meta fiscal acordada originalmente con el FMI para dicho año (1,9% del PIB). Por su parte, con unos intereses que superaron el 3,2% del PIB, el déficit financiero alcanzó el 6,1% del PIB en 2023, casi 2 p.p. por encima de lo evidenciado en 2022.

Concretamente, los Ingresos excluyendo extraordinarios (tanto en 2022 como en 2023) mostraron una caída de 1,2 p.p. del PIB. Sin embargo, el 87% de la caída en los ingresos se explica por la caída en los Derechos de Exportación, que se redujeron 1 p.p. del PIB producto del impacto de la sequía. ¿Qué pasó con el resto de los tributos? 1) El Impuesto PAIS alcanzó el máximo de 0,8% del PIB, el doble de lo que aportó en 2022; 2) El peso del IVA en los recursos nacionales pasó del 3,2% del PIB en 2022 al 3,5% en 2023; y 3) El aporte de Ganancias a los ingresos nacionales tocó mínimos desde 2016 (1,6% del PIB contra el promedio de 1,9% entre 2020 y 2022).

Por su parte, el Gasto Primario cerró 2023 en un 19,7% del PIB (mínimo desde 2020), evidenciado una caída de 0,7 p.p. con respecto a su nivel en 2022. Claramente, la inflación fue una gran aliada del fisco al momento de reducir en términos reales ciertas partidas del gasto. No obstante, al interior del Gasto Primario la dinámica fue heterogénea:

1) Las Prestaciones Sociales pasaron de un 11,3% del PIB a apenas un 10,7% (mínimo desde 2015, inicio de la metodología): la expansión producto de los bonos previsionales (alcanzaron el 0,5% del PIB) y las Prestaciones del PAMI se vieron más que compensadas por la reducción real en las asignaciones (-0,4 p.p. del PIB), jubilaciones y pensiones (-0,8 p.p. del PIB).

2) Los Subsidios Económicos mostraron pasaron de 2,6% a 2,1% del PIB, donde la mayor parte de la reducción se explica por la evolución de los subsidios energéticos (cayeron producto de la segmentación tarifaria, la construcción del gasoducto y la baja en los precios internacionales de la energía).

3) Mientras el Gasto de Capital se mantuvo constante en términos del PIB (1,6%), el resto de las líneas del Gasto Primario Corriente mostraron un incremento de 0,4 p.p. del PIB. La mitad de aquel aumento se explica por la suba del gasto en Salarios (pasó de 2,4% a 2,6% del PIB).

¿Qué esperamos para 2024?

Con vistas a 2024, la historia será diferente. En la hoja de ruta que delinearon las nuevas autoridades el ancla fiscal será el eje principal del programa económico. Mediante el anuncio del objetivo de un equilibrio fiscal para 2024 y el establecimiento de una meta más exigente con el FMI (superávit primario de 2% del PIB), el Gobierno pretende impulsar un cambio de régimen económico que regenere la credibilidad y confianza para alcanzar un sendero de normalización de la economía y una estabilización de las variables macroeconómicas.

¿Cómo se alcanzaría el equilibrio fiscal? El camino estaría marcado por un incremento en los ingresos vía una mayor recaudación transitoria (poco más de 2 % del PIB) y un recorte en el Gasto en torno al 3% del PIB. No obstante, buena parte de la estrategia fiscal depende de las discusiones que actualmente se están dando en el Congreso de la Nación referentes a la Ley Ómnibus y la restauración del Impuesto a las Ganancias (reversionado como Impuesto a los Ingresos Personales).

Por su parte, teniendo en cuenta que las Prestaciones Sociales explican más de la mitad del Gasto Primario, conocer el mecanismo según el cual evolucionarán las jubilaciones, pensiones y asignaciones resulta fundamental para definir la trayectoria del Gasto y evaluar la factibilidad del ajuste propuesto. En tal sentido, el oficialismo propuso que hasta marzo continúe vigente la fórmula de movilidad actual, pero que desde abril los haberes se actualicen con frecuencia mensual según el último dato de inflación conocido.

Por un lado, dicho mecanismo les permitiría a los jubilados y pensionados acompañar la evolución de los precios desde abril (con cierto rezago). Sin embargo, también sufrirían una marcada reducción de su poder adquisitivo durante el 1T y se perderían hacia adelante una potencial recuperación de sus haberes en términos reales frente a una eventual desaceleración inflacionaria (dado rezago dada la fórmula de movilidad actual, que ya no estaría vigente).

En el marco de dicha estrategia, la reducción de la inflación en los meses posteriores sería clave para la sostenibilidad de la estrategia fiscal, dado que una persistencia (o aceleración) inflacionaria dificultaría considerablemente el recorte en el Gasto Público, ya que el rezago sería menor al actual.

A modo de cierre, si bien estimamos que dicho objetivo luce sumamente desafiante en el contexto actual, vemos factible que el Gobierno termine con un superávit primario en 2024 a costas del impacto de la recesión esperada sobre la economía.