2024: correcciones inevitables y una nueva recesión con amortiguadores

A partir de la asunción del nuevo gobierno se implementará un conjunto de medidas orientadas a reordenar la macroeconomía y corregir los desequilibrios acumulados en los últimos años. El transcurso de esta primera fase implicará, al menos en el corto plazo, un impacto recesivo sobre la actividad económica, derivado principalmente de su incidencia negativa sobre el ingreso disponible y el salario real de los hogares, lo cual afectará a un consumo privado que explica cerca del 70% del PIB.

No obstante, la economía tendrá un desempeño sectorial heterogéneo en el año entrante. A grandes rasgos, veremos una evolución disímil entre “sectores vinculados a actividades primarias” y/o con mayor inserción en los mercados externos, como el sector agrícola, Petróleo y gas, Minería, Economía del Conocimiento y Turismo receptivo; a contramano del resto de los sectores de la economía -principalmente los más dependientes de la demanda interna- que serán más vulnerables al contexto de recesión general. 

En suma, para 2024 estimamos una contracción de la actividad económica (caería en torno al 3% i.a.), concentrada principalmente en la primera parte del año. Ahora bien, cabe advertir que en un escenario de falta de éxito de la estabilización buscada la economía mostraría un retroceso aún mayor (de hasta 2 p.p. mayor a la proyectada).

 

Con la asunción del nuevo gobierno queda en evidencia que se comenzarán a implementar medidas orientadas a reordenar la macroeconomía y corregir los desequilibrios acumulados en los últimos años. El transcurso de esta primera fase implicará, al menos en el corto plazo, que el sostenimiento de la actividad económica deje de ser una prioridad, y más bien se vuelva una consecuencia de lo que suceda con la agenda de correcciones macroeconómicas. En este marco, el trade off que venimos observamos entre “Actividad y Reservas” pondría como prioridad la necesidad de recomponer lo segundo en el corto plazo.

En particular, como consecuencia de una mayor aceleración de la inflación y un deterioro del ingreso disponible y del poder adquisitivo de las familias, la corrección de precios relativos (tipo de cambio oficial, tarifas de servicios públicos, servicios regulados, entre otros), junto con el ajuste del gasto público traerán aparejados una profundización del proceso de estanflación en el que se encuentra sumergida la economía desde 2012, con un impacto más negativo en determinados sectores (principalmente vinculados a la demanda interna) y una potencial incidencia sobre la situación social.

De todas maneras, una vez transitada la fase de impactos desfavorables sobre la economía real de las correcciones iniciales, y sujeto a una estabilización relativamente exitosa, la actividad debería comenzar a encauzarse hacia un sendero de recuperación en algún momento del año entrante.

Un enfoque sectorial

La economía tendrá un desempeño sectorial heterogéneo en 2024. A grandes rasgos, veremos una evolución disímil entre “sectores vinculados a actividades primarias” y/o con una mayor orientación exportadora, como lo son el sector Agrícola; Petróleo y gas; Minería; Economía del Conocimiento; y Turismo receptivo; a contramano del resto de los sectores de la economía, que serán más vulnerables al contexto de recesión general.

Empecemos por las noticias más favorables. El sector agrícola, tras caer cerca del 35% en 2023 -con una sequía que generó efectos más severos sobre el sector que la de 2009-, se recompondrá en 2024: estimamos que la cosecha de los tres principales cultivos (trigo, maíz, soja) se recuperaría entre 75-80% en la campaña 2023/24, con la soja (+140% i.a.) liderando el rebote, seguida por el maíz (+60% i.a.) y el trigo (+20% i.a.), según las últimas proyecciones de las entidades privadas especializadas. Así, estimamos que la mejora en la producción tendría una incidencia positiva sobre el PIB de 2024 de alrededor de 2,8 p.p..

Asimismo, como mencionamos en un informe reciente, el sector de Petróleo y gas seguirá pujante, con la producción no-convencional de Vaca Muerta traccionando la actividad, mientras que la Minería también podría mantener una evolución positiva. En este marco, proyectamos que el sector primario de la economía -agropecuario, minería y Oil & gas– tenga margen para crecer por encima del 10% i.a.

Ahora bien, excluyendo al sector primario, el resto de los sectores de bienes posiblemente muestren caídas en su actividad. Por caso, la Construcción, muy asociada a la inversión productiva y a la obra pública, mostrará una recesión, que suele ser de mayor magnitud que la caída en la actividad general -por su componente procíclico-, en un contexto de incertidumbre para la implementación de nuevas obras privadas y un fuerte recorte de los gastos de capital del Gobierno Nacional.

Además, dentro de la Industria la mayor parte de ramas industriales disminuiría su producción. En este sentido, un punto no menor es cómo evolucionarán las restricciones a las importaciones: si bien no estimamos un desarme del cepo cambiario de manera inmediata, las menores trabas podrían hacer que estos sectores vayan pudiendo abastecerse de insumos de manera más ágil.

A contramano jugará en otros segmentos la posibilidad de verse perjudicados por un contexto de mayor competencia ante una potencial mayor apertura comercial y, cómo ya mencionamos, el contexto de menor demanda interna general.

Por otro lado, frente a la proyectada quita de subsidios a las tarifas de servicios públicos, estimamos que el sector Electricidad, gas y agua también muestre una contracción, derivada de una caída en la demanda de los hogares frente a los aumentos en las tarifas.

Por el lado de los Servicios, la diferencia entre el desempeño de los sectores será más acotada. De todas maneras, podemos diferenciarlos en dos grandes grupos: “servicios elásticos”, más sensibles a los cambios en la coyuntura macroeconómica y en el ingreso de los hogares; y “servicios inelásticos”, que suelen tener un desempeño más estable en el tiempo.

Dentro de los servicios elásticos, podemos diferenciar a los sectores de Comercio (minorista y mayorista), Hoteles y restaurantes y Otras actividades de servicios sociales y personales, que pesan aproximadamente 22% del PIB.Por el contrario, Administración pública y defensa, Enseñanza, Servicios sociales y de salud, y Actividades inmobiliarias, sociales y personales pertenecen al agrupamiento de los servicios inelásticos, que también tienen un peso aproximado de 25%.

Zoom a los componentes de la demanda

Los componentes de la demanda agregada también tendrán evoluciones disímiles: las exportaciones mostrarían una mejora, luego de la caída de 2023 producto de la sequía y las restricciones cambiarias; mientras que, por otro lado, la demanda interna se vería debilitada, con el consumo privado, la inversión productiva y el consumo público con cifras en negativo.

En este sentido, la corrección de precios relativos y el ajuste en el gasto público impactarán negativamente sobre la actividad económica, y, a excepción de las exportaciones -beneficiadas por la recuperación de la cosecha, la consolidación de Vaca Muerta y la corrección cambiaria- el resto de los componentes de la demanda evolucionarían en rojo. Veamos.

En el plano fiscal, el Gobierno entrante buscaría implementar un fuerte recorte del gasto público, en la búsqueda por alcanzar rápidamente al menos el equilibrio fiscal. En este sentido, según anuncios recientes habrá menores partidas de gasto de capital -donde la contracción de la construcción tiene su contrapartida en la inversión- y una reversión pronunciada de los subsidios a las tarifas de servicios públicos -que disminuirá el ingreso disponible de los hogares-, mientras que la demanda interna podría verse afectada por una eventual caída del gasto social en términos reales. Además, el consumo público medido en Cuentas Nacionales -determinado en buena parte por la masa salarial y los gastos de funcionamiento- evolucionaría en rojo durante el año entrante.

En el plano cambiario se impone la necesidad de una corrección, que, a lo largo del año intentará unificar el mercado cambiario (o al menos dar lugar a un desdoblamiento formal) y achicar la brecha cambiaria. Esta corrección del atraso del tipo de cambio oficial tendrá un efecto negativo inmediato sobre el poder adquisitivo, en un contexto en el que existirán remarcaciones fuertes de precios, con salarios que, al menos en un principio, correrán por detrás. Este escenario pondría un “corte” más pronunciado a la tendencia de mejora del consumo privado.

Por último, en lo que respecta a la inversión productiva podríamos ver un efecto “wait and see”, como consecuencia de la incertidumbre que traerá aparejado el periodo de correcciones y la recesión económica.

Por otro lado, como amortiguador jugarán las exportaciones: en términos de volúmenes, la recuperación de la cosecha jugará a favor, en conjunto a un ordenamiento del frente cambiario que conduciría a una menor brecha, una mejora del tipo de cambio real y menores restricciones. Esto traerá como resultado un desempeño positivo de las ventas externas durante 2024.

Perspectivas finales

En síntesis, 2024 traerá enormes desafíos en materia de actividad económica. El desempeño positivo del consumo privado (explica 70% del PIB) llegará a su fin, en línea con las correcciones en la economía (principalmente de precios relativos y en el plano fiscal) y una inversión que se mantendrá acotada en un contexto de “acomodamiento” de la economía, donde se podría observar con más fuerza el efecto wait & see: esperar a que el contexto económico se acomode para la implementación de nuevos planes de inversión.

A contramano, las exportaciones compensarían parte del desempeño negativo, ayudado por un buen desempeño del sector agrícola, de Oil & gas y minería.

Sobre esta base, estimamos que la economía acentúa su contracción en 2024 (caería casi 3% i.a.), con un retroceso concentrado principalmente en la primera parte del año. Ahora bien, cabe destacar que correcciones que generen una mayor incertidumbre en la economía y un efecto over-shooting y de espiralización sobre los precios relativos, podría ubicar a la economía en un escenario más adverso, dentro del cual la caída de la actividad podría ser hasta 2 p.p. mayor a la proyectada.