No todas las fuentes para ajustar el déficit gozan de consenso social

Uno de los principales desafíos políticos que enfrenta Javier Milei es corregir el déficit fiscal. Para esta tarea, el gobierno ha venido advirtiendo que buscará diversas fuentes de ahorro para eliminar el déficit. Entre ellas, hay 5 principales: reducir gastos administrativos y empleo público, no financiar el déficit de las empresas públicas, ahorrar gasto en subsidios económicos (con el correlato de trasladar ese costo a los usuarios), paralizar la obra pública y reducir las transferencias discrecionales a las provincias. 

La decisión de buscar el ahorro en recortar gastos administrativos y empleo público es la fuente que más apoyo social recoge. Un 56,2% de los consultados se mostraron a favor de ahorrar recursos de esta forma.

Por el lado de las empresas públicas, la idea de no financiar más el déficit de empresas, como Aerolíneas Argentinas, AYSA o Ferrocarriles Argentinos, recoge el apoyo de más del 50% de los consultados, mientras que sólo un 41,0% de ellos se manifiesta poco o nada de acuerdo en ajustar ese gasto.

La propuesta de paralizar toda la obra pública es una de las 3 fuentes de ahorro que recogen más rechazos que apoyos. Un 48,4% se manifiesta poco o nada de acuerdo mientras que un 42,5% se manifiesta a favor de ahorrar recursos paralizando la obra pública para eliminar el déficit fiscal.

Tampoco recoge amplio consenso social la idea de paralizar las transferencias discrecionales a las provincias. Solo un 36,3% se manifiesta a favor, mientras que un 46,5% lo hace en contra de la propuesta.

Finalmente, la propuesta que más rechazos genera es la de reducir los subsidios económicos (aumentar tarifas de servicios públicos). Solo un 36% se manifiesta a favor, mientras un 53,3% se manifiesta en contra.

En definitiva, el desafío político de eliminar el déficit fiscal toma dimensión cuando se evalúa el apoyo social que recogen las alternativas de ajustar el gasto público. Sobre todo porque muchas de las fuentes de ahorro, son fuentes que terminan repercutiendo en los bolsillos de la gente, o chocando contra paradigmas aspiracionales respecto de lo que el Estado debe ser o debe tener.

Lo curioso del gráfico es el hecho de que de todas las fuentes analizadas, la que más apoyo social recoge es la de reducir gastos administrativos o recortar empleo público, que es quizá la única que no repercute directa o indirectamente (aún siendo que todas de alguna manera terminan repercutiendo en la gente). Sería la versión de que el ajuste lo paga la “casta” o los privilegios de la política.

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